19 de Septiembre - Pulpo hervido

Aprovecho la entrada de mi visita a Kinosaki para hablar de los dos tipos de baños que tienen los japoneses; los baños públicos y los onsen.

Los alojamientos a la usanza japonesa (es decir, que no tienen por qué ser antiguos) tienen un mismo baño compartido para todos los viajeros, sea cual sea su estatus. La estancia para el baño tiene dos partes; en una primera sala, hay cestas de mimbre, espejos y secadores para dejar la ropa o yukata, para secarse y prepararse para salir. En la otra sala esta la bañera de agua caliente en sí, junto con una serie de duchas pegadas a la pared. Es imperdonable que se cometa el error de entrar directamente a la piscina principal; primero hay que sentarse en un cubito junto a las duchas y enjabonarse y aclararse concienzudamente. No debe quedar nada de jabón. Además del cubito sobre el que te sientas, también hay una palangana para echarse agua. Una vez listo, pues pa dentro al agua, que está para achicharrarse. La función del baño público es, primero quitarse la suciedad del camino, después relajar el cuerpo y chismorrear.

Los onsen son parecidos en la disposición de las salas, pero estos están pensados específicamente para relajarse y nada más. Además su agua proviene de fuentes termales y se categoriza por su composición química. En Kinosaki hay hasta siete onsen públicos. Algunos de estos onsen tienen rotemburos, que son piscinas de aguas termales al aire libre (por ejemplo, con vistas al mar, al bosque, a cascadas...), otros tienen saunas de varios tipos (incluso árabes) y otros tienen piscinas dentro de cuevas. En todas ellas el agua está que bulle y de ahí el título de la entrada; la expresión "yude-dako" se usa comunmente en los onsen, y significa "pulpo hervido"; el estado en el que te quedas tras pasar un rato vegetando en el onsen.

En ambos casos no se comparte el espacio entre hombres y mujeres, que tienen salas totalmente separadas. Aunque se escucha desde fuera la algarabía, creo que las mujeres japonesas son más habladoras que los hombres.
Kinosaki es especial, no sólo por los onsen, sino que al haber tantos, se acepta que los visitantes paseen de uno a otro vestidos únicamente con su yukata y las geta, que son unos zuecos tradicionales japoneses hechos de madera, con dos travesaños intermedios, y que nunca son de una talla mayor que la 38 (comprobado). Las geta además incorporan un rudimentario sistema de control de velocidad y unas audibles señales sonoras para avisar de su proximidad al resto de transeuntes; si escuchas cataclon-cataclon pero no te adelanta un caballo, estás en las proximidades de un visitante enrojecido, vestido con un pijama-kimono sobre unos pedestales de madera que intenta lentamente avanzar hacia su destino.



En Kinosaki tienen un plato típico, un cangrejo gigante que desgraciadamente sólo visita las costas en los meses invernales. Sin embargo otros cangrejos más descuidados sí que lo hacen, lo que he aprovechado para comer un delicioso plato de huevo revuelto con cangrejo y arroz caldoso en una de las pescaderías del pueblo.