
Asakusa es una zona muy conocida por el enorme templo budista Senso-ji, al que se accede por unas bulliciosas calles comerciales llenas de puestos con souvenirs bastante graciosos. A la salida justo del metro se enc


Dimos después una vuelta por la zona, buscando un templo que vi en las guias y que me parecía gracioso; el templo del perro mapache volador, figura del bestiario legendario japonés famoso por ser un totem protector contra el fuego, un incorregible embaucador y por tener la capacidad de extender la piel de sus testículos como si fueran alas para poder volar. Características todas ellas armoniosas entre sí.

Almorzamos comida a la plancha en un puesto en la calle, con el sol brillando sobre nuestras cabezas en uno de los mejores días que he visto en Tokyo. De postre, dulces de patata, de camino al majestuoso estadio Kokugikan al otro lado del río. El legendario estadio de sumo impresiona tanto por dentro como por fuera, y nos quedamos encantados del ambientazo y del deporte en sí. Nos entregaron a la entrada unos panfletos en los que se explica con mucho detalle los entresijos de las reglas y ceremonias de este deporte, y con ayuda de la políglota Paula conseguimos descifrar la hoja de enfrentamientos del día e ir animando a los luchadores. Pudimos ver la ceremonia de inaguracion que llevan a cabo los rikishi, e incluso tuvimos la suerte de ver la ceremonia especial que ejecuta un auténtico Yokozuna, un campeón del más alto rango que se considera una leyenda viva.
El torneo estuvo emocionante y no perdimos la vista de la lucha en las casi tres horas que estuvimos allí, ni tan siquiera para comprar chucherías o bebidas. En el último combate, el Yokozuna ganó y se coronó virtualmente como campeón del torneo de septiembre. ¡Una gran suerte!


No hay comentarios:
Publicar un comentario