miércoles, 17 de septiembre de 2008

17 de Septiembre - Torii que te torii

A las siete ya estaba de pie porque al que madruga Buda le ayuda. Estrené el JRP para coger el tren a Nara y me bajé en Uji. Este pequeño pueblo es famoso por ser el centro de una de las primeras novelas que se conocen, la historia de Genji Monokatari. Yo no la he leído así que nada. También es famoso por ser el lugar donde se cultiva el mejor té de Japón, esto viene de los tiempos de Kyoto como capital imperial. Es un tipo de té distinto del que conocemos, se muele en polvo y luego se mezcla con agua hirviendo para dar una bebida verde, con espumilla y con un poso.


Estuve visitando el templo Byodoin y el santuario Ujigami, ambos monumento de la humanidad. El primero estaba muy bien; el interior intenta representar lo que es el paraíso para los fieles budistas. Por tanto, está lleno de color, espejos y madreperla. El buda central es dorado para reflejar toda la luz que entra y alrededor hay otros budas menores montados sobre nubes, como Goku.

Cuando terminé de ver los dos templos intenté participar en una ceremonia del té. Sólo pude quedarme con lo visual, ver los movimientos elegantes y eficientes de la oficiante, que no sabía nada de nada de inglés y por tanto no podía explicarme gran cosa. Qué rabia...

Cogí el tren de vuelta a Kyoto y me bajé en la parada de Inari, en el distrito de Fushimi (sí, Fushimi es lo que dicen los jawas en la guerra de las galaxias cuando capturan a R2-D2). Hay un complejo de templos en la subida al monte Inariyama, que culmina en una miríada de toriis, una detrás de otra en la subida al monte. Esta foto no es mía pero ilustra lo que quiero decir:

En fin, que iba yo tan feliz con mi foto en la mano dispuesto a subir el monte y a dejarme la piel en el pellejo . Pero el camino tan llano que se ve en la foto NO es la regla; lo normal es que haya escalones, escalones y más escalones, a cienes y cienes e incluso miles. A los veinte minutos de subir escalones estaba sudando la gota gorda. Además el camino es traicionero; de cuando en cuando hay bifurcaciones, también adornadas con toriis, de modo que tú coges una y acabas en un cementerio, o una pequeña pagodita, y tienes que desandar para volver a la ruta.



En este momento tengo que puntualizar que hace calor, humedad y el monte, obviamente, se puede categorizar como campo. Este entorno da lugar a que numerosos bichos se aposten a lo largo de la ruta toriiada siguiendo sus instintos naturales. Así pues, encontraba unas arañas de colores y tamaño preocupantes, ubicadas felizmente en inmensas telarañas tendidas entre poste y poste. Descubrí que no hay demasiados turistas que hacen esta ruta porque las telarañas cada vez están más bajas conforme el camino sube en altura.

En un momento dado me senté en un banco a recuperar el resuello y entonces descubrí la razón de que hubiera tantas arañas. Miles de mosquitos se lanzaron en avalancha hacia mí; una pequeña fracción intentó inmovilizarme por aplastamiento mientras el resto buscaba dónde picar. Por suerte el abundante sudor mantuvo a raya a la vampírica horda hasta que pude emprender la huida. Aun así, la visita al monte Inariyama merece muchísimo la pena.

He vuelto al hotel en Kyoto para ducharme y cambiarme de ropa antes de ir a visitar el templo Toji, muy cerquita de aquí. También he localizado una lavandería a monedas, tengo que ir lavando ropa...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué alegría hablar contigo,hijo! Espero que te haya quedado bien la ropa y no haya encogido, ejem, ejem. Ojito con los mosquitos, el tamaño no importa, son jo....
Recuerda que quedan muchos caminos por andar, no te recorras todos los escalones que veas. La vida del turista es dura.
Nara te espera.

Isma dijo...

Ya, pero no sabes cuantos escalones quedan hasta que no los subes. Ademas yo iba diciendo... venga que te queda namas que la mitad... y asi se me pasaban los kilometros.

De mosquitos se un rato, me han picado a mala leche. Se ve que a los mosquitos les traen sin cuidado los preceptos budistas.