martes, 16 de septiembre de 2008

15 de Septiembre - Una terraza para todos

Me ha costado no levantarme a las seis de la mañana. A las cinco y media amanece y el cuarto se llena de luz. He comprado el All-Day bus ticket y a primera hora he visitado el templo Ryoan, situado en el extremo noroccidental, casi lo más lejos posible de la estación dentro de la ciudad.

El jardín zen de piedra es fenomenal y el propio templo esta cuidadísimo. Desde ahí he caminado hasta el templo de oro, el Kinkaku; siendo uno de los más famosos, estaba abarrotado así que me gustó mucho más el anterior. Cómo cuidan el entorno de los templos... ninguno de ellos es "un monumento" sino todo lo contrario, un lugar de encuentro entre la naturaleza y el hombre.

Desde allí cogí otro autobus hasta el Ginkaku (el templo de plata) que desgraciadamente estaba en restauración. Allí encontré a varios estudiantes de Relaciones Internacionales que me pidieron hacer de guía para practicar ingles conmigo; por supuesto que acepté y estuve conversando con ellos todo el camino. Me ha dado la impresion de que son muy tímidos, yo creo que esperaban poder hacer de guías realmente pero como yo no hacía más que preguntarles otras cosas se quedaban como aturdidos. Jejeje.
Desde allí he caminado junto al canal por el Paseo del Filósofo, visitando otros templos junto al agua. Justo cuando ha empezado a llover he encontrado un internet café y me he resguardado de la lluvia actualizando el blog. He comido Nabeyaki Udon (fideos con gamba, champiñones, pescado, carne, huevo y cebolla...vamos todo lo que había en la cocina). Estaba rico.

Por la tarde he visitado el Museo del Manga pero no es más que interminables paredes con mangas y mangas donde los visitantes pueden leer todo lo que les apetezca. Siempre que sepan japonés, claro está. Después, como estaba reventado, he vuelto al ryokan a ducharme y descansar un poco. He coincidido en el baño común con varios japoneses, el agua estaba caliente como para torturar infieles. Hay una expresion para esto; se dice que eres un "pulpo cocido". Al salir uno de los japoneses me ha felicitado, no se muy bien porqué -o me tomaba el pelo, o se ha achicharrado como yo, o ha encontrado otros occidentales que a diferencia mía no conocían las normas de cortesía en un baño público.

Finalmente me acerqué a la modernísima estación central y estuve vagabundeando por las doce plantas que tiene. En la cuarta planta hay un espacio aparentemente desierto, sin tiendas y con grandes espacios sobre la ciudad (no hay casas altas). Me sorprendió encontrar a muchas parejas de japoneses esparcidos por la zona, mirando pasar los trenes, contemplando el bullicio más abajo o simplemente charlando. Extraño lugar para pasar el rato, y sin embargo me alegra que los diseñadores tuvieran en cuenta un espacio así en la estación.

Las grandes cristaleras que cubren el edificio dejan ver la torre de Kyoto, iluminada de rojo y blanco (colores afortunados) sobre el cielo oscuro de la noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Isma soy Rosi, la del comentario de la pagina de entrada, y dejame felicitarte de nuevo. intento leerte poco a poco cuando puedo y a medida que avanzo me sorprende cada vez mas como te lo has currado chico!! Ole y Ole. Una cosa; si este verano hago realidad este sueño prometo comentarte cuando coincidamos en lugares...

Isma dijo...

Oye, pues estaría genial que me comentaras qué tal te ha ido. Dos personas no ven el mismo lugar con los mismos ojos.

Y ahora que hablas de sueños, te diré algo. Ir a Japón también era mi sueño y tenía miedo de que al cumplirlo sufriera una decepción. Nada más lejos de la realidad... Japón es increíble y si vas con esas ganas, te encantará.